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viernes, 23 de diciembre de 2011

TEXTOS PARA ENTENDER LAS INVASIONES BÁRBARAS

Una historia universal para jóvenes:

¿Has visto alguna vez formarse una tormenta en un día caluroso de verano? Es un fenómeno grandioso, sobre todo en las montañas. Al principio no se observa nada, pero el propio cansancio nos hace sentir que algo flota en el aire. Luego, se oye tronar por aquí y por allá. No se sabe con seguridad de dónde llegan los truenos…El viento llega de todos lados. Cuando todo haya pasado y caiga por fin la noche tranquila y estrellada, te resultará difícil explicar de dónde salieron todas aquellas nubes de tormenta y qué trueno correspondía a cada rayo… Algo muy parecido ocurrió con la época de la que voy a hablarte ahora. En aquel tiempo estalló la tormenta que hizo añicos el imperio mundial romano. Se habían oído ya truenos; eran las migraciones de los germanos hacia la frontera… las guerras que… Marco Aurelio y muchos otros debieron emprender contra las tribus germánicas para impedirles penetrar en el imperio.
    Pero entonces llegó la tormenta. Comenzó muy a lo lejos, casi junto a la muralla que había levantado en otros tiempos el emperador Qin Shi Huangdi, el enemigo de la historia. Como las hordas asiáticas de jinetes de la estepa no podían saquear ya China, se dirigieron hacia el oeste para buscar allí sus presas. Eran los hunos. Nunca se habían visto en Occidente aquellos pueblos, aquellos hombres pequeños y amarillos, de ojos rasgados y espantosas cicatrices en el rostro. Eran verdaderos centauros, pues casi nunca desmontaban de sus pequeños y veloces caballos; llegaban incluso a dormir sobre ellos, trataban sus asuntos a caballo, comían a caballo y ablandaban la carne cruda que comían colocándola bajo la silla de montar. Atacaban en medio de un griterío terrorífico a galope tendido y disparaban auténticas nubes de flechas contra sus enemigos; luego, daban media vuelta y se alejaban zumbando, como si quisieran huir. Si alguien les seguía, se volvían en la silla y disparaban sus flechas contra sus perseguidores. Eran más ágiles, astutos y sedientos de sangre que todos los demás pueblos vistos anteriormente.
    Llegaron a llevarse por delante incluso a los valientes germanos.

Ernst. H. Grombrich “Breve Historia del Mundo”

Ahora unos textos contemporáneos a las invasiones

“Los hunos se han precipitado sobre los alanos, los alanos sobre los godos, los godos sobre los sármatas; los godos, arrojados de su patria, nos han rechazado, a su vez de Iliria. ¡Y esto no ha acabado todavía¡”
San Ambrosio (340-397) en Le Goff, “La civilización del Occidente medieval”, pág. 35

“Los pobres son despojados, las viudas gimen, los huérfanos son pisoteados, hasta tal punto que muchos de entre ellos, comprendidas gentes de buen nacimiento y que han recibido una educación superior, se refugian entre los enemigos. Para no perecer bajo la persecución injusta, van a buscar entre los bárbaros la humanidad de los romanos, porque no pueden soportar más, entre los romanos la inhumanidad de los bárbaros. No se parecen en nada a los pueblos entre los que buscan refugio. Sus maneras son distintas, no conocen su lenguaje, y, me atrevo a decirlo, carecen asimismo del olor fétido que impregna los cuerpos y los vestidos de los bárbaros. Prefieren, sin embargo, plegarse a esa desemejanza de costumbres mejor que sufrir entre los romanos la injusticia y la crueldad. Emigran, pues, hacia los godos o hacia los bagaudas, o hacia los otros bárbaros que dominan en todas partes. Y no tienen motivo alguno para arrepentirse de este destierro. Porque prefieren vivir libres bajo una apariencia de esclavitud, que ser esclavos bajo una apariencia de libertad.”
Salviano (hacia 440) “Juicio sobre la época presente”

Y de nuevo, para entender lo que ocurrió:

Una tribu de estos germanos, los visigodos, quiso ponerse a salvo en la seguridad del imperio romano, donde se les acogió. Pero pronto comenzaron las luchas contra los anfitriones. Los visigodos llegaron a Atenas y la saquearon, se presentaron ante Constantinopla y, finalmente, todo el pueblo se puso en movimiento y, bajo su rey Alarico, marchó a Italia en el año 410 d. C.; y, tras la muerte de Alarico, a España, donde se quedó.
Ernst. H. Grombrich “Breve Historia del Mundo”

 Teodoro Fernández

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