La segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por el triunfo del parlamentarismo tras la destrucción del Antiguo Régimen por las Revoluciones burguesas, que consolidan un nuevo estado burgués y nacional.
Se produjo el desarrollo de las fuerzas productivas en el marco de la Segunda Revolución industrial, con un relanzamiento de la producción y el triunfo de un sistema financiero y bancario conocido como Gran Capitalismo.
Esta situación obligó a una reorganización del movimiento obrero con el desarrollo del sindicalismo, la cooperación en el marco de la Internacional y la creación de partidos obreros y socialdemócratas.
El nacionalismo triunfo de una manera perfecta en Italia y en el Imperio Alemán, aunque su semilla se extendió en la región del Danubio y los Balcanes, alterando la situación de la Cuestión de Oriente.
La sociedad burguesa y parlamentaria, en camino hacia la democracia se asentó en Gran Bretaña, que progresivamente aumentó el voto a sus ciudadanos. En Francia triunfó el sufragio universal en la época de la Segunda República y se asienta de manera definitiva con la Tercera, que nació como un república de monárquicos. En España, la constitución de 1837, y sobre todo la de 1845, asienta perpetuamente el sistema constitucional.
Japón, en la era Meiji, desarrolló un proceso de transformación económica y de cambios políticos, sin modificaciones sustanciales en la sociedad, como forma de evitar la expansión occidental en el interior de sus fronteras.
Los únicos vestigios del mundo del Antiguo Régimen los encontramos en el Imperio Ruso y en la monarquía dial austro-hungara.
El imperio turco siguió sufriendo la merma de sus territorios europeos y la mayor influencia europea en sus territorios asiáticos.
Las transformaciones económicas de la Segunda Revolución Industrial, la emigración transcontinental producida por los cambios demográficos y la política internacional provocada por la exaltación nacional y las nuevas rivalidades internacionales llevaron a una mayor competencia internacional, y a la expansión colonial
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También se produjo una política de alianzas y bloques, los sistemas bismarckianos, que dieron origen a la Triple Alianza y a la Triple Entente, los bandos básicos que se enfrentaron en la Primera Guerra Mundial.
También se produjo una política de alianzas y bloques, los sistemas bismarckianos, que dieron origen a la Triple Alianza y a la Triple Entente, los bandos básicos que se enfrentaron en la Primera Guerra Mundial.
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